Érase una vez un hombre que vivía muy cerca de un
importante cruce de caminos. Todos los días a primera hora de la mañana llegaba
hasta allí donde instalaba un puesto en el cual vendía bocadillos que él mismo
horneaba.
Era sordo, por lo tanto no escuchaba la radio, no veía
muy bien. Ni un solo día leía diarios, ni veía televisión pero eso si… vendía
exquisitos bocadillos.
Meses después alquiló un terreno, levantó un gran letrero
de colores y personalmente seguía pregonando su mercancía, gritando a todo
pulmón: ¡Compre deliciosos bocadillos calientes! Y la gente compraba cada día
más y más.
Aumentó la compra, alquiló un terreno más grande y mejor
ubicado y sus ventas se incrementaron día a día. Su fama aumentaba y su trabajo
era tanto que decidió llamar a su hijo, un importante empresario de una gran
ciudad, para que lo ayudara a llevar el negocio.
Al llamado del padre su hijo respondió: ¿Pero papá, no
escuchas la radio, ni lees los periódicos, ni ves televisión? Este país está
atravesando una gran crisis, la situación es muy mala, no podría ser peor.
El padre pensó: ¡Mi hijo trabaja en una gran ciudad lee
los periódicos y escucha la radio, tiene contactos importantes… debe saber de
lo que habla!
Así que revisó sus costos, compró menos pan y disminuyó
la compra de cada uno de los ingredientes, dejando de promocionar su producto.
Su fama y sus ventas comenzaron a caer semana a semana.
Tiempo después desmontó el letrero y devolvió el terreno.
Aquella mañana llamó a su hijo y le dijo:
-¡Tenías mucha razón, verdaderamente estamos atravesando
una gran crisis!
No debemos dejarnos influencia por lo que nos digas creer mas en uno mismo.
ResponderEliminarpero xq si te comentan una situacion similar tiene mucho poder?